Los países ricos se enriquecen cada vez más y los pobres se empobrecen más.
Los inmigrantes africanos o los de los países de Este europeo que tratan de acceder por cualquier medio a los países europeos ricos no tienen nada que perder en su intento de conquistar una vida mejor. Si los atrapan y los devuelven a su país, vuelven a intentarlo hasta que lo consiguen.
La solución para el problema de la pobreza está lejos de ser clara. Dar dinero es demasiado sencillo y siempre resulta insuficiente. El desarrollo que hay que buscar en esos países pobres es, antes que cualquier otra cosa, un desarrollo educativo. Por eso, una mejora en la educación y formación de los países más pobres redundará en que sean ellos mismos los que salgan de la pobreza. La riqueza con la que hay que cooperar es la formación, y eso sólo lo pueden hacer las personas. No debe esperarse que sean los gobiernos o el mercado lo que por sí solos terminen con este problema. Pero si no se resuelve o aminora, el problema de la pobreza afectará sin duda al mercado y a los gobiernos de todo el mundo.
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